miércoles, 26 de marzo de 2014

Alejandrito, un demócrata occidental


Alexander Muzychko. En Kiev, y en Chechenia.

“–¿Hay muchos fascistas en tu país?
–Hay muchos que lo son y no lo saben.
Pero se darán cuenta cuando llegue el momento”

Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas


Hace pocas horas las fuerzas policiales, o uno vaya a saber quién, mataron a uno de los paladines de la democracia en Kiev, Alexander Muzychko. Como servicio a la comunidad y porque lo vengo siguiendo en los últimos meses, les paso un perfil de este muchacho. Y guarda al polvo porque su gente le acaba de “declarar” la guerra al gobierno provisional de Ucrania. Su gente, que en los primeros días de quilombo actuó sin control del estado, o con el estado mirando hacia otro lado, y reventaron gente a su gusto.
¿De dónde salieron? De los campamentos de entrenamiento de la OTAN para los militantes nacionalistas extremistas ucranianos. De allí a participar en la guerra de Chechenia y en las guerras de los Balcanes, junto a los combatientes wahabitas, perpetrando crímenes de guerra contra los soldados serbios, rusos y civiles. (Fuente: RED VOLTAIRE/ CONTRAINJERENCIA)

EL PIBE ALEJANDRO DE DE CHECHENIA A KIEV
Uno de los más abyectos combatientes de Chechenia, Alexander Muzychko (también conocido como jefe de una pandilla de delincuentes que encabezó bajo el nombre de «Sasha Biliy»), dirigía hasta su muerte una de las brigadas del “Pravyi Sector”, el grupo radical que más a la vista estuvo en la organización del golpe de Estado de Kiev.
Según su biografía oficial Alexander Muzychko recibió en 1994 la “Orden de Héroe de la Nación”, concedida por Djokhar Dudaev, quien por entonces comandaba los terroristas chechenos en el enclave de Ichkeria, en reconocimiento por “sus brillantes victorias militares contra las tropas rusas”.
Sus talentos militares eran muy especiales: montaba operaciones de guerrilla, atrayendo a sus emboscadas las unidades rusas que operaban en zonas apartadas de Chechenia, y después participaba personalmente en la tortura y decapitación de los soldados rusos que lograba capturar. Al regresar a Ucrania, en 1995, se puso a la cabeza de una pandilla de criminales en Rovno. Fue finalmente juzgado y condenado a 8 años de cárcel por el secuestro y asesinato de un hombre de negocios ucraniano. Se dedicó a la política desde que salió de la cárcel, a finales de los años 2000.
Al terminar las guerras de Chechenia y los Balcanes, los contratistas que realizaban operaciones militares por cuenta de Estados Unidos y Gran Bretaña se acostumbraron a reclutar mercenarios ucranianos para llevar a cabo sus operaciones en Afganistán, Irak y Siria, entre otros países. El escándalo que estalló en Gran Bretaña alrededor de las actividades en Siria de una de esas empresas, Britam Defense, sacó a la luz la utilización de combatientes clandestinos reclutados en Ucrania para la realización de acciones encubiertas a favor de los objetivos políticos de los occidentales en el Medio Oriente. Muchos de aquellos elementos fueron enviados a Kiev para realizar allí el tipo de trabajo que ya saben hacer y por el que se les paga: disparar simultáneamente contra policías y manifestantes en la plaza Maidán desde los techos de los edificios colindantes.
Es evidente que la tolerancia de los occidentales hacia los sublevados radicales de Kiev en nada difiere de la complicidad de estadounidenses y británicos con la llegada de Hitler al poder en 1933, y con el posterior advenimiento del III Reich.
Y, para cerrar, unas oraciones no vienen mal. ¿Yihadistas? Y bueno, parece que es lo que hay:
Mijailo Arsenich, cura de la iglesia uniata de la región de Ivano-Frankovsk:
“Ahora estamos listos para la revolución. ¡Los únicos métodos eficaces de combate son el asesinato y el terror! Queremos estar seguros de que mañana no venga un solo chino, ni un negro, ni un judío ni un moscovita a confiscarnos nuestra tierra”.


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