lunes, 30 de junio de 2014

Tata Cedrón: 50 años es nada


El taxi dejó al cronista en la esquina, minutos antes de las once de la mañana. Por delante tenía una entrevista con Juan Cedrón, más conocido como el Tata, guitarrista, voz y compositor que, desde los 60, cincuenta años, viene marcando un sendero propio, en el que la música se alimenta de todas las otras artes, y en la que el compromiso social se transparenta y conforma parte de su esqueleto. Esta es la película del encuentro.

TOMA UNO
Casa familiar de Villa del Parque. Puerta alta, de madera y cristal esmerilado. A la derecha el timbre con un cartelito pegado: “No funca”. El cronista golpea la puerta. Se abre y en el vano aparece el Tata Cedrón, que dice señalando el timbre:
-Tenía miedo que no se entendiera. No sé si ahora se dice “no funca”.
-No te preocupes, se entiende- lo tranquiliza el cronista; sin aclarar que tal sea porque los dos van camino de los dinosaurios.

TOMA DOS
-Has recibido en los últimos años el reconocimiento a tu trayectoria, pero… seamos irónicos ¿No te dejan la sensación de que te están diciendo ya llegaste, ya está, ahora quedate piola?
-(Ríe) Sí, parece como que algunos piensan, sos viejo, ahora dejanos a nosotros. Lo que está bien, hay que hacer el trasvasamiento generacional, pero me parece poco inteligente no aprovechar lo que tuvieron que aprender los viejos. Vos empezaste acá, digamos que en el 500 -hace gráficos gestos sobre el escritorio- pero yo hice de cero a 500, que a vos te va a servir para hacer de mil para arriba cuando yo ya no esté para verlo. ¡Pero a mí no me paran! yo sigo adelante, la vida es continuidad.
-Norman Briski dice  que le molesta el término “generación”, aplicado a los que hacían teatro militante en los 70; porque es una manera de cerrar un proceso que sigue abierto; como darlo por muerto.
-Esa es una manía que tiene alguna gente, ponerle nombre a todo, meterlo en un casillero; pero a la vida no se la puede encasillar. Hace poco estaba en una discusión en la que alguien definía qué era el tango y qué no era tango. Que si la letra tenía que ser nostálgica, que si el ritmo, que si tenía que ser urbano, la nostalgia del farolito. Mirá…
(Deja la silla, trae la guitarra y muestra con el mejor ejemplo, la música. La guitarra suena dulce, suave. Canta.)
Una mujer y un hombre llevados por la vida
y aquí el francés Bonpland botánico
y construí tu rostro
ya que moría mañana
ya que navegas por mi sangre y conoces…
-¿Ves? -explica- es un poema de Gelman en que nombra a Bonpland, el botánico. ¿Es más tango porque lo toque así?
(Repite la melodía marcando los rasguidos, desnudando la síncopa que se escondía tras la suavidad.)
-¿Es más tango? ¿Lo anterior no era tango? ¿Hablar de un francés botánico no es tango? ¿Y los tangos sin letra? ¿Qué? ¿Dónde está la nostalgia, el amor, la bronca? Mirá… -dice, dejando la guitarra- por suerte tenemos a la música. A la música le importa poco si alguien dice que es esto o lo otro.
-Parece una manía de academia, como las del idioma, ponerle puertas al viento, fijar categorías en lo que cambia todo el tiempo.
-La palabra está viva, como la música, no la podés encerrar en un casillero. Mirá los pibes, que dicen “andar al bardo”, como quien va de cualquier manera. Si bardo originalmente era el poeta. Sin querer, sin proponérselo, van con la libertad del poeta. Mirá, que cada uno piense lo que quiera, pero… cuando quieren definir todo me sale la bronca. Y, sí, soy peleador y camorrero.
(Una entrevista con un personaje como el Juan “Tata” Cedrón puede ser muy fácil o muy difícil. Justamente porque, tal como se reconoce, es “peleador y camorrero”. Tal vez la única receta sea escuchar con atención y surfear en la corriente; porque el Tata no necesita que le den manija, tiene tracción propia).
-En Francia- he vivido ahí muchos años; voy y vengo- los intelectuales se estan cuestionando la letra de la Marsellesa. Viste que dice: (tararea un poco en francés, un poco en castellano) Marchemos, hijos de la patria, que ha llegado el día de la gloria… tarará, tarará… ¿No oís… tarará tarará… esos feroces soldados? Pues vienen a degollar a nuestros hijos y… claro, ahora la letra de la Marsellesa no está de acuerdo con este tiempo de corrección y todo lo demás. (Sonríe) Mirá en cambio lo que pasa acá. ¡La gente ya no canta más la letra del Himno argentino, lo tararean, dejan la música nada más!  Los intelectuales de Francia cuestionan la letra, pero cuando toca cantarla la cantan completa. Acá, la gente la tararea y ya está resuelto, y por abajo, desde donde es más auténtico. Cuando querés resolver o determinar las cosas desde arriba, ya sea la letra de una marcha como qué es y qué no es el tango, la estás embarrando, no vas a ninguna parte. El excesivo racionalismo tiene sus trampas y te lleva a la equivocación.
-A Borges le preguntaron una vez, en París, cómo sabía que estaba ante una obra de arte. Dijo que no sabía. Lo que sabía era que cuando había estado ante una obra de arte, después ya no era el mismo que antes. Eran los tiempos del estructuralismo, cuando todo tenía que estar precedido o explicado por una teoría. Parece que algunos insisten en tener una teoría o un casillero para todo; por ejemplo para la música.
-¡Uh! Me acuerdo, Marta Harnecker, Althusser, había que tener una teoría para cada cosa. Esa tendencia dejaba afuera el misterio. Como lo decía González Tuñón, hay una “ética del misterio”; algo inasible, indefinible. Justamente estoy tocando en “El Puchero Misterioso”, y ahí, en la ida y vuelta con músicos y cirqueros nace el misterio inexplicable. Cuando estamos haciendo lo nuestro y  cuando nos juntamos a comer y hablar después de la función.

TOMA TRES
“El Puchero Misterioso” fue, originalmente, un reducto, tal vez inventado, por Enrique González Tuñón en su libro “La calle de los sueños perdidos”. Un apunte, una pista sobre el “misterio” según aquel González Tuñón y este Cedrón, va en estos versos de “Tiendas de ultramarinos”, del libro mencionado:
Y, sobre la mesa, el diario, y en el diario los telegramas fechados en esos lugares (ultramarinos) que, sin duda, no conoceremos nunca. Y entonces, al puchero cotidiano se mezcla un súbito y profundo olor (ultramarino) de arenque ahumado, de salmón en lata, de pepino en vinagre, de pescado en barrica.

TOMA CUATRO
 -Tal vez etiquetar, teorizar, sea una necesidad de otros, pero en un creador lo que hace es algo más cercano a la magia. Cuando se produce, hasta lo sorprende.
-Es así, uno nunca se propone llegar a alguna parte. Vive, toca, canta, se conecta con los poetas, con los pensadores y eso tiene un resultado siempre impredecible. Lo único que vale es ser honesto. Ser honesto con uno mismo y hacer lo que siente. Al final es lo que va a quedar, independientemente de las modas. Siempre digo que cuando desaparezca del maíz trasgénico lo que quedará es el maíz auténtico. Lo auténtico es lo que nunca desaparece, lo que siempre parece recién creado, lo verdadero. Después de Hiroshima, cuando todo parecía que había terminado para siempre, volvieron a crecer las flores.
-La autenticidad no es necesariamente “originalidad” al margen de todo lo anterior. Me reitero en Borges, que decía que uno hombre es culto cuando repite frases de otro que no recuerda haber leído.
-Por eso creo que es necesario el intercambio con los otros. Seguramente, cuando me parece que encontré una armonía, una frase original, alguna vez la escuché de otro y ya no lo recuerdo. Lo que no quiere decir que estés copiando, “robando” de otro, es que todos somos hijos de los que nos preceden, no somos hijos del aire. Siempre digo que la receta que me trasmitió mi abuela ayer, la cocino hoy, para que otro la coma mañana.
-Lo que nos lleva a lo que decíamos a cerca de las generaciones. La continuidad las desmiente como compartimientos estancos.
-A veces con esa idea se suspende el futuro. Somos como un manzano. Damos manzanas y unas se caen y se pierden, mientras otras son comidas, alimentan. Y el manzano vuelve a dar, sin saber cuáles serán alimento o cuáles se van a perder; si es que se pierden (dice, señalando algo en el aire). Fijate si no, en “Cambalache”, el tango de Discépolo. Parece que lo más importante que decía es “El mundo fue y será una porquería… en el dos mil también”, pero a mí me parece que la anticipación, lo que tiene una validez bestial es lo que dice después, “el siglo veinte es un despliege de maldad insolente”. ¡Está hablando de ahora! El capitalismo se despliega sin vergüenzas, sin máscaras, con “maldad insolente”; y lo vemos en Argentina y todo el mundo con los fondos buitre.
-Por lo que mostró la última crisis económica mundial estamos asistiendo a una verdadera restauración de la derecha liberal, casi a una revolución de la derecha, que quiere terminar con los avances sociales conseguidos en los siglos XIX y XX.
-No se disfrazan de chicos buenos, son pura maldad e insolencia y les importa poco cuánta gente condenan al hambre. Tenemos que pensar qué nos estamos jugando todos los argentinos, y que la deuda que reclaman los fondos buitres no es un problema de un solo gobierno, sino de todos. Ya lo dijo la presidenta, de “prepo” nada. (Sonríe) No sé, yo soy muy “peroncho”, por eso me acuerdo de aquello que decía la marchita: combatiendo al capital.
-Última pregunta. Hace diez años que retornaste a este Buenos Aires ¿Será para quedarte, ya definitivamente?
-Creo que sí. Me siento bien, y estoy bien. (Sonríe) Será que, en realidad, nunca me fui. Me gusta el barrio y ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me moví hasta la calle Corrientes, no lo necesito. Hago lo mío, con la mayor honestidad posible y, de paso (ríe) “bajo línea” cada vez que puedo.

TOMA FINAL
Se cierra la puerta de la casa familiar en Villa del Parque y el cronista camina encendiendo un cigarrillo. ¿Bajada de línea? Una imagen, un recuerdo fragmentario: la primera vez que escuchó al Cuarteto Cedrón. ¿1966? Era un vinilo, un long play. En un Winco. En el descanso del ensayo en un teatro; en La Plata. Y la voz de Juan Gelman desgranando lo que queda de un poema en la memoria:
"A las once fueron descubiertas ciertas maniobras delictivas/ a las doce el partido demócrata y burgués reiteró ser demócrata y burgués.
(…)
A las cinco me harté pero a las seis te vi/ después de tantos años te vi a las seis y me turbé como un niño".

(Entrevista publicada en Miradas al Sur el 29/6/2014. Acá la nota y los recuadros.)


Primer Cuarteto: Atrás, Jorge Sarraute, Cesar Stroscio, Miguel Praino y, 
adelante, Juan “Tata” Cedrón.

(Aclaración para no porteños o no dinosaurios lectores de este blog: “no funca” quiere decir no funciona.)

martes, 24 de junio de 2014

Gardel, el fútbol y la mufa

Gardel con su amigo el jockey uruguayo Irineo Leguisamo.


Dicen que Gardel era un gordito que para filmar sus películas, verdaderos antecedentes de los videoclip, se estrangulaba la cintura con faja de señora entrada en carnes. Probablemente por eso, por el estrujamiento, sonreía de costado; pero esa es sólo una presunción. Que fuera gordito no sería de extrañar, puesto que en esos años la flacura era obligadamente proletaria y la pancita signo de que al portador las cosas le iban bien y comía seguido. Tanto que la imagen icónica del burgués lo mostraba con cadena de oro cruzando un prominente abdomen, como un puente colgante ahumado por un poderoso cigarro habano. Y Carlitos, como cantor de unos años en que las estrellas viajaban en tren y no ganaban ni la mitad que un plomo de los Rolling Stones, empataba en cintura con los tenderos acomodados; lo que no lo inhabilitaba para que practicara algún deporte y fuera fervoroso admirador de otros.
Lo más conocido es su pasión por "los burros", dicho en lenguaje de seguidor turfístico. Pero no se quedó en los purasangres de carrera sino que también, aparte de las sesiones de gimnasia -presumiblemente sueca- con que se castigaba de tanto en tanto, era admirador del boxeo y seguía con igual entusiasmo un deporte que, por esos años, dejaba de ser una manía inglesa para convertirse en dominio de multitudes, el fútbol.
Su relación con el fútbol y el deporte en general, se presentó como un fortuito cruce de calles y nos trajo una historia que promedió más o menos así:
-Carlitos… ¿por qué no te vas a cantarle a los uruguayos?
Rebobinamos y comenzamos un poco más atrás, cuando reparamos que a una quincena de "fondos buitre" y copa del mundo en Brasil, se sumaba otro aniversario del momento en que Carlos Gardel ni voló ni retornó de las cenizas como el ave Fénix en el aeropuerto de Medellín; todavía sin Pablo Escobar.
La memoria entró a la cancha y nos propusimos hurgar en el pasado, digamos que deportivo quién, de aquí en más, llamaremos Gardel para eludir la caída en la retahíla de apodos que evitan la repetición del nombre.
A Gardel lo teníamos en tangos como "Leguisamo solo", "Por una cabeza", "Bajo Belgrano", "Preparate pa`l domingo" y el irónico "Paquetín, paquetón" con que fustiga a uno que no gana una carrera ni con ayuda del Papa de turno. Lo teníamos como dueño de caballos que nunca le dieron un gusto grande, pero que, como Lunático, pasaron a la historia con tango propio. Ese era su "berretín", pero no excluyente, porque es conocido que seguía de cerca el boxeo, una actividad que despertaba fanatismos en su tiempo y que supo compartir, sin enterarse, claro, con Julio Cortázar.
Cortázar, a quién recordamos todo el año, reconocía que no le gustaba el fútbol porque "En el fútbol son once contra once, gana o pierde un equipo. La responsabilidad individual se diluye, todo se diluye; alguien pudo haber jugado muy bien o muy mal pero nunca tiene la plena responsabilidad del triunfo o de la derrota. En el boxeo eso no es posible". Sus palabras podrían ser una diatriba contra algún gobierno o un alegato sobre la política, pero más político era Borges cuando decía que el fútbol "es popular porque la estupidez es popular". Por suerte empataba Osvaldo Soriano que escribió algunos relatos imperdibles como "El penal más largo del mundo" -sacado de su experiencia de jugar para Cipolletti en Barda del Medio- o la homérica narración titulada "El hijo de Butch Cassidy", que coloca a un hijo del legendario bandido arbitrando un partido en la Patagonia. Un partido donde se dirime el mejor del mundo, en paralelo con el mundial de fútbol de 1942.
Pero volvemos a cuándo a Gardel no lo mandaron a "cantarle a Gardel", pero sí a los uruguayos.
Cuentan que cuando jugaba la selección Carlos Gardel iba a las concentraciones para animarlos cantando. Pero que después de las Olimpíadas del 28 y el Mundial de 1930 esa relación dejó de ser cordial.
El primer tiempo de esa historia fue cuando, para las Olimpíadas, Gardel estrenó ante el seleccionado el tango "Dandi". Después, como cabe esperar, le aseguró al equipo que cuando jugaran se llevarían la medalla de oro. Sólo que eso no se dio, porque el oro se lo llevó Uruguay, que les ganó en la final.
El segundo tiempo fue un par de años después, en 1930, en Montevideo. Gardel entonces repitió "Dandi" el tango que les había cantado la vez anterior, pero muchos jugadores lo miraban con desconfianza. Para algunos Gardel ya era mufa, yeta, yettatore, gafe, dicho en lunfardo de varias raíces. Tal vez por eso, para empardar la mano, a uno se le ocurrió dar vuelta la pisada, hacer un enroque
-Carlitos… ¿por qué no te vas a cantarle a los uruguayos? Por que si no, se pueden resentir ¿viste?.
Gardel fue y les cantó a los uruguayos, pero la contra mufa no funcionó y en la final Uruguay le ganó a Argentina 4 a 2. Así fue, cuentan, que uno de los jugadores sentenció, definitivo: "Che, Carlitos, vos en el próximo Mundial no vas a cantar".
Tal vez Gardel no fuera portador de la mala suerte, si es que eso existe, y mi pata de conejo no lo permita, pero en todo caso su relación con el fútbol nunca fue muy afortunada. Lo determinante, tal vez, para confirmar su perfil de yettatore o no, sería su afiliación al Racing Club de Avellaneda, un equipo que en los tiempos de Gardel se ganó el apodo de "La Academia".
Si era o no yeta ya no se podrá saber, pero, sí se sabe que también era hincha del “Barça” cuando iba a España y, puntualmente, a Barcelona. También que solía cantar, vaya a saber para quién, el tango "Patadura". Un tango que, visto lo que va del mundial, especialmente alguno de los partidos, podríamos compartir otra vez sumando la intención irónica del Morocho del Abasto.
"Piantáte" de la cancha, dejále el puesto a otro
de puro "patadura" estás siempre en "orsay".
Jamas "cachás" pelota, la vas de "figurita"
y no "servís" siquiera para patear un "hand".


jueves, 12 de junio de 2014

Di María sabe donde tiene los pies, no sólo en el fútbol



Ángel Di María, mediocampista del Real Madrid no olvida su origen, como Maradona, sí, como Maradona, aunque con diferencia de estilo. Rescato algunos fragmentos de declaraciones suyas previas al Mundial de Brasil, por lo que dice y a quién se lo dice. “La Garganta Poderosa” es una revista hecha por villeros. Una herramienta de comunicación con la que pelean para tener, por ejemplo, una casa y un techo que no sean precarios y de lata.
Un dato: En estos días “La Garganta Profunda” se está haciendo desde las favelas, las “villa miseria” de Brasil. No tengo por qué retratarlos, se definen solos: “La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa, una fuerza social que se construye desde las villas de todo el país, buscando transformar la realidad a través de la organización y la unión vecinal con asambleas barriales”.
Y no digo más.


“Quiero ganar el Mundial para demostrar que sólo con la plata no se puede ser feliz”
El mediocampista argentino que es una de las mayores esperanzas del Seleccionado Nacional para el Mundial, Ángel Di María, le brindó una entrevista exclusiva a La Garganta Poderosa en la que se refirió al fútbol desde un lado más humano: “Quiero ganar el Mundial para demostrar que todo es posible. Y que no sólo la plata nos puede hacer felices. Sin tener un mango, a veces uno vive momentos más plenos que cuando tiene plata. Y eso siempre lo mantengo en la cabeza… Ahí está mi meta, en esa alegría que tendría muchísima gente en la Argentina, si lográramos conseguir la Copa del Mundo”.
La figura del Real Madrid tuvo un íntimo encuentro con la revista cooperativa que se encuentra haciendo desde las favelas de Brasil la primera cobertura villera de la historia de un Mundial. En la charla, Di María agregó: “Mi riqueza es el cariño de mi familia y mi hija, no la plata. Y ese afecto, no lo cambio por nada, como tampoco cambio por nada la compañía de mis amigos, ni la emoción de volver a La Cerámica, mi barrio humilde de Rosario, y poder ser el mismo. Ningún bien material será nunca más valioso que todo eso. Hoy, tengo la misma ilusión que todos los argentinos: de poder lograr lo máximo, para darle esa alegría a la gente, desde adentro de la cancha, y jugando de la mejor manera posible”, afirmó el surgido de las inferiores de Newell’s.
Di María se sacó el casete y reconoció los sentimientos ambiguos que le suceden por dentro, a horas del debut: “El Mundial se disfruta porque estar ahí es algo muy lindo, que uno sueña día a día, desde que llega a Primera. Pero a su vez, cuando estás ahí adentro, se sufre, porque sabés que hay un país detrás, haciendo fuerza”. Y sobre la cobertura de La Garganta en el Mundial, expresó: “Es una alegría inmensa que viajen con nosotros, porque nos hacen sentir el respaldo de los barrios más humildes. Y también, porque yo veo que el fútbol les cambia la cabeza a los chicos y los ayuda a reaccionar en los malos momentos. Eso, a uno lo pone muy contento y le hace pensar que la pelota va más allá… Ojalá, dios quiera, podamos ganar este Mundial, para eso, para alegrar a los más humildes”.


“Tuve todas las carencias en mi infancia”
“Mi papá dejaba la vida en la carbonería para poder comprarme botines y llevarme al entrenamiento, cada vez que podía. Cuando no, me llevaba mi mamá en bicicleta, en la que también cargaba a mi hermana. Sin embargo, y por eso mismo también, muchos de mis momentos más felices los viví cuando no tenía plata en esa infancia”.
 “Siempre que voy a Rosario vuelvo a mi barrio, a la Perdriel, esa calle que tengo tatuada en mi brazo y en mi corazón, para siempre, donde estoy alegre, como en ningún otro lugar. A mí vino la varita mágica y un día me tocó, para que pudiera vivir lo que hoy estoy viviendo ahora. Pero de mis orígenes no me olvido, allí me siguen tomando como el Angelito que siempre fui, porque yo, soy el mismo de siempre”.


“¡Es hora de urbanizar, ya!”
“Es hora de urbanizar ya, tiene que haber un cambio. Para eso es necesario que quienes están arriba lo quieran hacer, porque es muy complicada la situación en la que vive muchísima gente en Argentina, por todas las problemáticas que hay”.
“Las cloacas, el agua o la luz, no son cosas difíciles de mejorar, si se quiere sacar al país adelante. Además, eso no sólo es una necesidad de los barrios humildes, sino una responsabilidad que nos cabe como sociedad. Si hay voluntad, se puede cambiar”.
El mediocampista de la Selección Argentina también apoyó a la Carpa Villera, donde vecinos de distintas villas sostienen desde hace más de cincuenta días una huelga de hambre, interpelando al Gobierno de la Ciudad a que cumpla las leyes de urbanización: “Lo que yo les puedo decir es que sigan peleando por ese objetivo, por la urbanización, por las cloacas y por todo lo que a nadie le debiera faltar. Ojalá lo consigan. Yo, desde que mi hija salió del hospital después de haber nacido con sólo seis meses de gestación, y luego de estar internada dos meses, siento que todo se puede sacar adelante. Y entonces, les pido eso: que sigan luchando”, sentenció, luego de sostener con convicción el cartel que rezaba: “Yo apoyo a la Carpa Villera”.



Algo más para leer ycompartir con los amigos y, tal vez, contagiarse de su consigna: “todo es posible”.



martes, 3 de junio de 2014

Mesa de Arena para un rey nuevo


Si yo fuera asesor del Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, le aconsejaría una sola cosa, una jugada ganadora: el mismo día que asuma como Rey de España debería anunciar un plebiscito vinculante para que los españoles decidan si continúa la monarquía o se cambia por una república.
El resultado a favor de la continuidad monárquica sería aplastante. ¿Por qué? Maquiavelo lo explicaría mejor que yo, pero voy a intentarlo bajando a ras de tierra las especulaciones ideológico/filosóficas para hacer algo así como una “Mesa de Arena”, esa geografía reducida en que los militares traman sus estrategias.
Si el nuevo rey abre el juego a una votación sobre su continuidad demuestra que es “moderno”, “amplio de miras” y respetuoso de la voluntad popular. ¿Se puede decir lo mismo de los representantes históricos de las mayorías políticas? No. Un punto a su favor.
Puesta en marcha esa jugada solo habría que dejar que las aguas sigan su curso natural. Es decir que la derecha de todos los pelajes saque a relucir los tiempos de inestabilidad de la Segunda República y el peligro de caos que significa resucitarla.
¿Qué no se trata de resucitar la Segunda República sino de fundar una nueva? El histórico dirigente Julio Anguita quiere creer que esto es posible. Que hay tiempo para discutir y decidir. Un tiempo tan corto que obliga a elaborar ya mismo la nueva etapa.
Justamente, si el nuevo rey llama de inmediato a un plebiscito ese tiempo posible desaparece. La monarquía quedaría afirmada por los próximos 30 años, por lo menos.
La aceptación de la llamada Transición creo una costumbre: no mirar atrás, olvidar los malos ratos en función de un futuro promisorio. Los muertos que siguen enterrados en las cunetas después de uno de los genocidios más bestia de la Historia, lo demuestran. Y a eso hay que sumarle otro componente instalado en el imaginario colectivo: la monarquía significa estabilidad, porque los gobiernos pasan pero la monarquía queda.
Vincular estabilidad con bienestar económico ya es un error, y muy grande. Vincular monarquía con bienestar económico y estabilidad es irracional, una apelación a la magia.
Pero la magia, la irracionalidad es la base desde la cuál se vota en cualquier elección política. Y no es necesario haber leído a Maquiavelo para saberlo, salta a la vista en la construcción de cualquier campaña política.
Por ejemplo el reciente caso de Podemos. El movimiento que consiguió cinco escaños en el Parlamento Europeo es una intención. Una, me parece, buena y honesta intención, pero estoy seguro de que la mayoría de sus votantes nunca leyeron su plataforma programática. Eso pocas veces sucede. Los votantes de Podemos también han votado una intención y un líder carismático, como si votaran por la vuelta de los Reyes Magos, sin que esto sea una descalificación: nunca se vota de otra manera.
Dicho lo cuál vuelvo al nuevo rey. Joven, con un pasado poco revuelto, con una familia cercana de diez puntos para mostrar en las fotos, si convocara a un plebiscito se haría dueño de la pelota y los que piden una república perderían por goleada. Pero tiene que hacerlo pronto, no puede regalarles tiempo.
Ya saben, si esto sucede, quien fue el padre de la idea. ¡Bueno, bah, otro a quién se le ocurrió la idea!. ¡Qué te voy a cobrar Felipe, pagate una cerveza!
Posdata: Como Maquiavelo, yo no hago la realidad, solo la comento.